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NOTICIA

CARLOS PEÑA, NADAR ENTRE BALLENAS
EN EL ESTRECHO DE MAGALLANES

Noticia del 01/07/2000 - REPORTAJE EN DOMINICAL DEL PERIODICO ABC

No es el campeón Mark Spitz, ni Ian Thorpe, el nuevo ídolo de la natación, pero seguro que ha hecho y hará cosas en el medio acuático que aquellos ni soñarían realizar.

Al cierre de esta revista estaba a punto de darse un chapuzón en el Estrecho de Magallanes, donde la temperatura del agua no supera los 5º C. El baño no era para hacerse una fotografía apresurada y subir al barco en busca de una ducha caliente, sino para recorrer a nado los 35 kilómetros que hay entre las localidades de Punta Arenas y Porvenir, en Chile, empleando en la travesía unas 12 o 13 horas. Y además, de espaldas.

Se llama Carlos Peña y su preocupación va más allá de los monstruos marinos que se pueda encontrar en aquellas aguas. “Hay ballenas y orcas, claro, pero son más peligrosas las corrientes, porque allí se juntan los océanos Atlántico y Pacífico. También el frío (llevo un traje de neopreno de 7 milímetros de espesor) y las olas que no ves venir. Nado en la modalidad de espaldas por una razón muy sencilla; con el traje es imposible dar las brazadas hacia adelante. El problema es que pierdo la orientación y el sol me castiga la cara y los ojos (la crema protectora y las gafas son imprescindibles). Además, me trago todo el oleaje que me rompe en la cabeza. Recuerdo cuando crucé el Estrecho de Gibraltar vomité 20 veces en las siete horas que duró el esfuerzo”.

Carlos lleva más de 10 años de hazañas a cuestas. Sus hitos han sido el descenso a nado del río Neretva (1995), en pleno conflicto bélico de los Balcanes; el cruce del lago Titicaca (220 kilómetros, realizado también en 1995), el lago navegable situado a mayor altura del mundo (3.914 metros), en Perú y Bolivia; 100 horas de relevos entre dos nadadores (Carlos y su hermano) en la bahía de San Sebastián (1998); y el descenso del río Ebro en tu totalidad, en 25 etapas de 9 y 11 horas cada día (1999). Estas tres últimas pruebas se han enviado al Libro Guinness de los récords. Si acaba con éxito la aventura del Estrecho de Magallanes, también sería el primero en hacerlo.

“La verdad es que empecé en el Atletismo” señala Peña. “Corrí mi primera maratón a los 17 años. Pero a los 24 años el cuerpo no me respondía para competir, así que me pasé a la natación de largas distancias. Siempre me ha gustado el deporte en contacto con la naturaleza. He intentado que las travesías tuvieran un fin social: en la del Ebro, por ejemplo, recaudamos fondos para las víctimas del huracán Mitch”.

Muchas horas de entrenamiento durante meses han sido el duro preámbulo de este reto. Su amigo y colaborador, Jesús Remírez, irá en una lancha cerca de él para suministrarle barras energéticas y agua cada cierto tiempo, y un barco de la Armada chilena le seguirá a distancia para señalarle con su proa la meta final.

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