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NOTICIA

“SÓLO QUIERO DORMIR”

Noticia del 17/10/1998 - EL DIARIO VASCO

Los hermanos Peña cumplen las primeras cincuenta horas nadando a relevos en aguas de la bahía de La Concha.

Los hermanos Carlos e Iñaki Peña cumplieron a las cinco de la tarde de ayer las primeras cincuenta horas nadando en aguas de la bahía de La Concha, a relevos cada cuatro horas, con la intención de alcanzar el objetivo fijado de las cien horas consecutivas y registrar la prueba en el libro Guinness de los récords. En el ecuador de la prueba, los nadadores tolosarras comienzan a experimentar los primeros síntomas de cansancio, producidos principalmente por las alteraciones que sufre el organismo debido a los cambios horarios del sueño. La moral de Carlos e Iñaki era alta. “Ahora tenemos el horizonte más cerca y es como la cuenta atrás del domingo”, asegura Carlos. Iñaki por su parte mostraba más cansancio y tras salir del agua era un rotundo: “solo quiero dormir”.

A las 7 horas llegaba al puerto Carlos, tras haber estado nadando desde las 3 de la madrugada a lo ancho y largo de la bahía. Lo primero que hizo fue quitarse el traje de neopreno que les protege del frío del agua. A esa hora no estaba el fisioterapeuta, que se encarga de “ponernos bien las vértebras o los músculos en su sitio”.

Carlos tiene que reponer fuerzas y lo siguiente que hace es comer abundantemente. El menú siempre el mismo: arroz o macarrones, aunque a veces se mezcla con un poco de pollo cocido o con jamón de york. “Tenemos que comer abundantes hidratos de carbono para mantener las energías”, recalca Carlos para explicar que ha sido el doctor Iñaki Arratibel el que les ha planificado el capítulo alimenticio. Y lo siguiente es dormir lo máximo posible.

Cuatro horas para todo

El deportista sólo dispone de cuatro horas hasta el siguiente relevo y no puede desaprovechar un solo minuto de descanso porque veinticinco minutos antes de echarse nuevamente al agua tiene que levantarse de la cama, ingerir alguna bebida o alimento y ponerse nuevamente el traje de agua.

A las 10:35 horas, el piragüista que había estado acompañando a Iñaki hasta ese momento despertaba a Carlos y le daba el parte de incidencias de su hermano: “Ha pasado frío en las manos, pero ya le he llevado agua caliente para que se las calentase. Por lo demás no ha habido mayor novedad. El agua está como un plato hace un buen día”.

Carlos se toma un café con leche y algunas galletas. En ese momento llegan al puesto de la Cruz Roja sus padres. La madre es la que se ocupa de la intendencia y de una bolsa saca nuevas raciones de arroz, macarrones, jamón de york y puré. Su padre le anunciaba que el barómetro se había movido un poco y le presagiaba que el domingo podría cambiar el tiempo. El matrimonio aseguraba que se sufre mucho y que lo único que querían era que llegase el domingo para ver concluida la prueba. Carlos apura el café caliente y se va a colocar el traje de agua.

“No es un chaladura”

Sobre los que comentan que esta prueba es una locura y que los que la hacen están chalados, Carlos reacciona y señala que él respeta la opinión de todo el mundo. “Según cómo se mire –dice-, en el deporte hay gente chalada”, y cita al motorista Doohan que va a 250 kilómetros por hora. “¿Es un héroe o está chalado? ¿Y los toreros, o los ciclistas que bajan los puertos a 80 kilómetros por hora con un tubular de apenas dos centímetros? ¿Están chalados? En nuestro caso yo creo que no estamos chalados sino más bien lo que sí estamos es muy equilibrados para hacer esta prueba que requiere una gran fuerza psicológica”.

Rondando las once de la mañana llega al puerto Iñaki tras haber cumplido sus correspondientes cuatro horas nadando en unas aguas que ayer registraban una temperatura de 16 grados. Iñaki había pasado frío en este relevo. “Han sido cuatro horas duras” indicaba al llegar al puerto. “He pasado frío, tengo heridas por el cuerpo debido al rozamiento, y también cansancio. A estas alturas, pese a que la moral la tengo muy alta, se va acumulando un poco de todo. Hay que espera al sábado por la tarde y entonces ya se podrá asegurar si se puede conseguir terminar la prueba”. “Ahora solo quiero coger la cama y dormir todo lo que pueda”, decía Iñaki camino de la ducha.

Carlos indica que cuando él termine su relevo, se cumpliría el ecuador de la prueba con 50 horas realizadas. “A partir de ese momento va a ser una cuenta atrás, nos colocamos en sábado, va a venir más gente a vernos, los que nos da más ánimo y nos sube la moral, y sobre todo ves el final más cerca. En este momento estamos bien y creemos que hay posibilidades de terminar”.

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