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NOTICIA

EN CONTINUO DESAFÍO

Noticia del 05/06/1995 - EL MUNDO

Los hermanos Peña culminaron ayer dos días a nado unos 120 kms sobre el río Ebro en Lodosa.

Es un hombre-desafío sobre el agua. Las gestas de resistencia le motivan desde 1989, cuando dejó a un lado el atletismo y eligió la natación.

Una interpretación de este deporte muy particular para Carlos Peña, un tolosarra afincado en la localidad navarra de Lodosa. Los hermanos Peña, en esta oportunidad, Carlos e Iñaki, retaron a su propio cuerpo desde el pasado viernes en el río Ebro, a su paso por Lodosa, y lograron permanecer un total de cuarenta y ocho horas nadando con el apoyo de las aletas. La gesta se realizó sobre un circuito de un kilómetro y medio mediante relevos entre ambos hermanos, que se turnaron por espacio de cuatro horas hasta cumplir los dos días establecidos.

“Los momentos más críticos se han producido a la noche por la escasa iluminación. Las temperaturas también han bajado, pero hemos cumplido con el objetivo según lo previsto. Las cuatro horas que correspondían a cada uno las hemos empleado en dormir un poco y comer. Hemos acabado bien, con las lógicas quemaduras, aunque en óptimas condiciones”, señalaba ayer Carlos al término de la gesta en el paseo Medianil de Lodosa que reunió a un buen número de espectadores.

Sin afán competitivo

Carlos Peña tiene conciencia de que “el riesgo y nadar sin ningún afán competitivo” es la base de sus sacrificios. “Tengo 29 años y enfoco mis esfuerzos en pruebas de resistencia, hasta que aguante el cuerpo y las lesiones me respeten. No me planteo competir. Me gusta nadar en plena naturaleza y plantearme retos difíciles, en condiciones duras”, aclara.

Llegado a este punto, Carlos Peña pone el ejemplo de la última experiencia sobre el agua. Sucedió en enero de este año. Se desplazó hasta la castigada Bosnia-Herzegovina y completó durante dos días 60 kilómetros a través del río Neretva, desde la ciudad Herzegovina de Mostar hasta Metkovich, cercana a la costa adriática. “La temperatura en el exterior era de quince grados bajo cero y en el agua alcanzaba los dos. Todo ello con el evidente peligro de nadar en una zona en guerra, aunque siempre dispuse de la protección de los cascos azules de la ONU”.

Después del último desafío consumado, se encuentra preparando el próximo reto, el más complicado en palabras de nadador, programado para finales de septiembre. Carlos Peña quiere cruzar el lago Titicaca, situado entre Perú y Bolivia, a una altura cercana a los 4.000 metros y con unas dimensiones de asustar, 220 kilómetros de longitud y 60 de ancho.

El lago Titicaca

La adaptación al medio natural será uno de los principales inconvenientes para el nadador vasco. “Tendré que pasar alrededor de los semanas habituándome porque además me han comentado que se producen cambios bruscos de clima”, anticipa.

Los problemas que se le van a presentar forman parte del espíritu que domina en sus iniciativas, que siempre se desarrollan a espalda. “Creo que soy el primer nadador del mundo que cruza el estrecho de Gibraltar así. Intento romper moldes y realizar aventuras que no se han hecho. Me aburre muchísimo entrenar a espalda con aletas en una piscina y por eso me dedico a nadar en situaciones más difíciles, como sucedió en Gibraltar, con olas de cierta altura, o en el lago Ness, siempre dominado bajo el misterio de le rodea”.

La vertiente intrépida que rodean todas sus actividades se basa en ese estilo. Carlos Peña optó en su día por avanzar en el agua a espalda y lo mantiene con óptimos resultados. La elección se fundamenta simplemente en la comodidad. “Debes buscar una buena posición y me encuentro muy a gusto así. Es un estilo más lento, pero a mí me da igual. El tiempo no es mi preocupación. Lo que me importa es hacerlo”.

La resistencia de un ex maratoniano

A principios de 1989, las lesiones le obligaron a optar por otro camino distinto el atletismo. “Sufría tendinitis en la rodilla derecha y los tibiales tenías tocados, tal vez por una serie de maratones que corrí. Con descanso me desaparecían los problemas físicos, pero me sobrevenían al empezar de nuevo la actividad. Tomé la determinación de probar con la natación, y hasta hoy no he tenido más dificultades”, hace memoria Carlos Peña.

Las aletas, entonces, sustituyeron a las zapatillas como instrumento de apoyo para la práctica deportiva y los brazos se convirtieron en el principal motor de tracción, sin descartar los pies.

Carlos Peña fue un maratoniano (llegó a correr el maratón de Donostia en 2h 32m a los 20 años) que se encaminó hacia la natación. “Mi hermano es buceador y tal vez me ayudó a decidirme. Me adapto bien a estar muchas horas en el agua”, indica este ex atleta que estuvo vinculado al Tolosa desde los 10 años y que tenía como pruebas específicas las de 500 y 1.00 metros en un principio, para pasar más tarde a la de 1.500 a medida que crecía.

Pero su impulso por realizar semejantes aventuras procede del indiscutible gusto que supone el deporte para este hombre de 1,74 metros y un peso próximo a los setenta kilos.

Carlos Peña alterna su trabajo en un estudio de video que posee y el de socorrista acuático durante el verano en la piscina de Lodosa.

Su historial, por el momento, parte de 1989 cuando nadó desde Logroño a Zaragoza por el río Ebro en seis días un total de 200 kilómetros. Al año siguiente recorrió desde su nacimiento el río Miño, unos 340 kilómetros, por espacio de catorce días. En 1991 se deslizó por el río Sil, afluente del Miño, y asimismo terminó el tramo del río gallego que le restaba hasta se desembocadura: 400 kilómetros en 17 días.

En 1992 no pudo cruzar el canal de La Mancha por el mal tiempo. Debido al percance, tanto su hermano como él se propusieron aprovechar la preparación acumulada. Iñaki y Carlos se decidieron por nadar el embalse de Yesa, unos 25 kilómetros entre la ida y la vuelta.

En 1993 realizó 39 kilómetros en dos días para cubrir el lago Ness escocés. El pasado año completó 70 kilómetros en un día desde Lapuebla de Labarca hasta Lodosa, por el río Ebro, en catorce horas y veintiocho minutos y más adelante, en un segundo intento, recorrió es estrecho de Gibraltar en 7h.08.

Este año se decantó por la experiencia de dos días en Bosnia-Herzegovina (60 km.) por el río Neretva y ahora aborda otra prueba de resistencia en su lugar de residencia, antes de enfrentarse al lago Titicaca. En el futuro piensa nadar por el río de Plata, en Argentina. Prueba de su permanente afán por el desafío.

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