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NOTICIA

CARLOS PEÑA NADADOR Y AVENTURERO

Noticia del 02/02/2010 - DIARIO DE GIPUZKOA - BERTAN

"Me encantaría nadar en los lagos glaciares de Argentina y en la piscina más alta del mundo".

A pesar de que Carlos Peña comenzó su carrera como atleta, en sus veinte años como nadador aventurero ha cruzado el estrecho de Gibraltar y ha nadado en el mar Negro y en el lago Titicaca, entre otros. Apoya las causas humanitarias y tiene en mente nuevas gestas.

Nadador, aventurero y activista por la paz y el medio ambiente. Así es como se define el tolosarra Carlos Peña. Su hábitat natural es el agua y ha nadado en mares, piscinas, océanos, embalses, ríos y lagos, con peligros propios de entornos tan salvajes como tiburones, pirañas, trasatlánticos, mercantes, corrientes, glaciares, francotiradores o tormentas. El aventurero prepara ahora nuevos retos, algunos más exóticos y otros con un marcado propósito humanitario.



¿Qué proyectos tiene ahora entre manos?

El proyecto más inminente tendrá lugar dentro de dos o tres meses en Donostia y será contra la violencia de género. Es un tema por el que estoy sensibilizado y me gusta apoyar causas benéficas con lo mejor que sé hacer: nadar. En 1995 estuve en Bosnia en una misión de paz; nadé en el Ebro para recaudar dinero para los damnificados del huracán Mich; en Tolosa también me impliqué en un proyecto para comprar mosquiteras que prevengan la transmisión de la malaria; y nadé el Nervión entero para ayudar a los niños damnificados de Chernóbil.

Lleva veinte años braceando en lugares recónditos y realizando gestas, ¿qué lugar le queda por probar?

Me encantaría nadar en el llamado techo del mundo: en el Tibet. Además, hay dos lagos con glaciares en Argentina, el Perito Moreno y el lago Viedma, donde me gustaría hacerlo. El paisaje es espectacular, pero el agua está también espectacularmente fría y puedes tener problemas de congelación. Otra de mis ilusiones es nadar en la piscina más alta del mundo, que, según he podido saber, está en Potosí (Bolivia). Se sitúa a 4.100 metros de altura y la falta de oxígeno provoca el llamado mal de altura. También sería bonito nadar en el río Támesis. Tengo muchas ideas, pero suele ser difícil encontrar apoyos y patrocinadores. Sin embargo, estoy ilusionado y mi intención es continuar colaborando con proyectos humanitarios.

¿Por qué se propone este tipo de retos personales?

Me gusta proponerme proyectos para superarme a mí mismo; no me comparo con nadie ni lo hago por nadie. Lo que ocurre es que a veces me propongo retos que nadie se ha planteado y muchas veces me encuentro sin referentes de ningún tipo, lo cual complica las cosas.

¿Entrena durante todo el año?

Cuando hago el Descenso del Sella, en noviembre, acabo la temporada. Me tomo un descanso de una o dos semanas y comienzo con la preparación invernal; hago pesas, bicicleta y corro. Poco a poco voy dejando este entrenamiento para comenzar con el agua y voy subiendo la intensidad. Hay que entrenar muchísimo y yo me lo tomo muy en serio; puedo llegar a entrenar seis horas al día. Física y psicológicamente hay que estar muy bien.

¿Recuerda haber vivido momentos de gran peligro?

He vivido muchas dificultades, con olas muy grandes, galernas, o ríos revueltos. Me gusta medir los riesgos y nunca he terminado en camilla después de una prueba. Tengo claro que mi vida vale más que una travesía. Puedo tener problemas gástricos o musculares, pero me entreno mucho para que no tener mayores contratiempos.

Será muy importante el equipamiento...

Es muy importante: en casa tengo nueve trajes de neopreno diferentes. Depende del grosor que se lleve, frena más o menos el impacto contra las rocas, pero llevas más peso. Siempre tengo muchas dudas para elegir el traje. Si es espeso te permite flotar más y tener algo menos frío, pero estás nadando con doce kilos más... El trabajo de pesas viene muy bien para el tipo de natación con peso que practico yo.

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