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NOTICIA

EL RIO A LA ESPALDA

Noticia del 14/10/1991 - EL CORREO ESPAÑOL

Dos hermanos recorren el Sil y el Miño nadando como los cangrejos.

Carlos e Iñaki Peña llegaron al nacimiento del río Sil con el propósito de recorrer sus 400 kilómetros nadando como los cangrejos, de espaldas. Los hermanos tolosarras tardaron 17 días y 17 etapas en llegar al Atlántico. Siguieron siempre el curso de los ríos para convertirse en pioneros de esta modalidad de nado y hasta el momento las únicas que han recorrido una distancia de 400 kilómetros de espaldas. A pesar del esfuerzo puesto en el empeño, los hermanos tendrán dificultades para entrar en el libro Guinness de los récords pues tas organización sólo registra los récords de nado en estilo crol.

Los hermanos Peña salieron de Tolosa con dirección a Galicia a finales del mes de Julio. El día 1 de agosto Iñaki y Carlos, junto al grupo de apoyo, se encontraban en Cueto Albo dispuestos a comenzar su aventura de 400 kilómetros sobre las aguas del Sil y el Miño. Ambos tienen una importante experiencia en el medio acuático. Iñaki es miembro de la unidad de rescate de la Cruz Roja de Tolosa, socorrista en la modalidad de la Federación Española de Salvamento y Socorrismo. Por su parte, Carlos es coordinador deportivo, además de monitor nacional de atletismo, de tenis de mesa y miembro de la Cruz Roja de Tolosa. Junto a ellos, y como equipo de apoyo, se trasladaron a Galicia, Agustín Etxarte que realizó las funciones de ciclista y apoyo y enlace: Miren Tolosa, con las mismas funciones, y Carmen Tapia, que se encargó del apoyo sanitario.

La bajada de Sil y el Miño ha estado precedida de otras dos expediciones, además de muchas horas de entrenamiento en la piscina de Tolosa y en el río Ebro. En 1989 los dos hermanos tolosarras hicieron el recorrido entre Logroño y Zaragoza en seis días. En 1990 tocó el turno al Miño del que recorrieron 340 kilómetros, siempre de espaldas.

La modalidad de nado escogida por los hermanos Peña en sus descensos tiene sus inconvenientes y sus puntos a favor. Es más cómoda pues el nadador va tumbado sobre el agua. Entre los puntos negativos está la exposición permanente que sufre la cara a los rayos del sol. Junto a estas peculiaridades, el desgaste físico general es enorme. En su primera incursión en el Miño, en 1990, Iñaki sufrió una conjuntivitis en el ojo izquierdo y Carlos Peña tuvo que soportar graves quemaduras en la cara, heridas en las articulaciones, ampollas en la espalda, pérdida de cuatro kilos de peso, tendinitis en la mano y heridas en los pezones. El desgaste psicológico no es menor cuando hay que pasar diez horas diarias en el agua. Este condicionante llevó a pensar a los hermanos Peña, medio en broma medio en serio, a contratar un psicólogo para su última expedición.

La afición de Iñaki y Carlos Peña por recorrer ríos a nado no es nueva y hay varias experiencias anteriores registradas, aunque ninguna en nado de espaldas. La mayor distancia recorrida a nado está en posesión del norteamericano Fred. P. Newtosn, que el 6 de julio de 1930 se lanzó a las aguas del río Mississippi y recorrió en la modalidad de nado libre o crol los 2.938 kilómetros del mayor río de Norteamérica. Cuando salió del río habían transcurrido casi seis meses, dando por finalizada su aventura el 29 de diciembre de 1930. No menos increíble resulta la hazaña del argentino Ricardo Hoffmann, que fue capaz de nadar ininterrumpidamente durante 84 horas y 37 minutos en el río Paraná sin descansar un solo segundo desde el 3 hasta el 6 de marzo de 1981.

ESFUERZO ADICIONAL EN LOS EMBALSES

El deseo de los hermanos Peña de recorrer 400 kilómetros por los ríos Sil y Miño surgió una vez concluida su aventura de 340 kilómetros sobre el Miño. El río gallego gustó a los nadadores tolosarras que decidieron recorrer la mayor distancia posible en esta vía en el mes de agosto a pesar de conocer las dificultades que el río tiene. En verano el cauce desciende y avanzar es más difícil. Además, el Miño y el Sil tienen la dificultad añadida de los embalses, que abundan en todo el cauce doce en total. En las presas el agua se retiene y apenas hay corriente, con lo que el nadador tiene que aumentar sus esfuerzos por avanzar. En estos momentos es cuando sale a relucir lo conseguido en los intensos entrenamientos. que preceden a estas pruebas.

Iñaki y Carlos Peña han gastado en su descenso del Sil y el Miño 665.000 pesetas en los 17 días que duró la aventura. Un presupuesto apurado al máximo, hasta el punto de prescindir del alojamiento y dormir en tiendas de campaña, único refugio de los nadadores después de cada jornada de más de 28 kilómetros a nado. Para hacer frente a los gastos han contado con la colaboración de diversas casas comerciales, del Ayuntamiento y de la Cruz Roja de esta localidad.

DIFICULTAD PARA REPETIR LA EXPERIENCIA

Los hermanos Peña han visto cumplido su deseo de descender por la vía acuática más larga de Galicia lo que les refuerza en su idea de hacer lo mismo con otros ríos de la península. Sin embargo, un rescoldo ha aparecido al final de esta aventura y parece que va a causar más problemas a los nadadores de Tolosa que los embalses y los rápidos del Miño. Su intención era que su marca figurara en el Libro Guinness de los récords, pero un formalismo de la empresa que lo edita podría impedir que sus nombres aparecieran en el conocido registro de récords.

Los editores parece que sólo tienen la intención de incluir en su libro los récords que se consigan en estilo crol, con lo que los hermanos Peña quedan fuera del campo que abarca el Guinness. Entren o no en el famoso libro, les quedará el placer de haber hecho lo que han querido y por lo que han trabajado, de pasar por donde nadie ha pasado y sentir lo que, hasta el momento, nadie ha podido sentir.

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